Vacionar en Pinamar fue más causalidad que otra cosa. Empezando por el hecho de que fue todo improvisto y organizado (bien organizado) en quince días. Todo salió redondo, como se dice en la lengua popular y hasta con "bonus track". The Golden Hotel (no, señor lector, no es un telo), medio pelo pero limpio, se la re bancó, especialmente Peter con su buena onda y nariz metida en todos los asuntos. Al fin y al cabo, estábamos a nada más que 4 cuadras de la playa y unas 10 del centro, desayunábamos mediaslunas y nos guardaban hasta el alcohol en la heladera. ¡Genial! El tiempo se portó y mi compañera, ni hablar. Si de carcajadas se trata, me la pasé riendo con Marisol, fueron más confesiones de verano que otra cosa, lo que hizo más entretenida la estadía. Salimos de día, de noche, bailoteamos, fuimos a la playa, paseamos, caminamos muchísimo, comimos lo que quisimos (me empaché, para variar) y lo más importante: ¡dormimooooos! Conocimos gente, gente macanuda, gente "mala-ondita", Dani y Rami en la calle (rubiaaa!), a los chicos de Merlo en el hotel (computinos, computinos!), nos hicimos socias de "El Pampero" para la fruta, del otro super para el yogurt. ¡Eso sí que es vida social!
Como no podía ser de otra manera, mis vacas en Pina tuvieron un final feliz. Despedida en la habitación nº 1 (con esperanza de reencuentro) y bajé como 4 kg. de peso! Mejor... ¡imposible!
Gracias a todos los que hicieron estas vacaciones posibles, ¡ja! Y gracias a mí por esta oportunidad de ser así de feliz =) Felicitaciones, Amaranta, de a poco podés!
...acá si parecemos todos lindos, acá el verano es divertido..."
¿Y que tal si venimos todos a Pinamar? =)
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