Curioso es que me haya tomado tanto tiempo para volver a hablar del estado de mi alma o de aquello inquieta a la misma... ¿verdad? Una amiga de la vida contaba que, en su caso, dejaba de escribir cuando estaba muy bien, muy tranquila y volvía el desahogo con las letras en los momentos de mayor ansiedad y/o angustia. No es mi caso, así que no sé por qué lo cuento. Lo importante es que siempre vuelvo.
Parece que la vida a veces se tiñe de color de rosas, otras veces de colores, otras veces sólo de tonos grises. Parece que estuve pasando un tiempo de algunas cosas nuevas que trajeron al intervalo de tiempo de ausencia, pero lo bueno es que todo lo nuevo ha estado siendo mejor. Presente perfecto continuo. Esperemos que siga así en el futuro.
Podría decirse que en el tiempo que pasa entre un hecho y otro pueden interferir infinitas situaciones que hacen que una persona cambie radicalmente. Sería como medir la separación entre un punto y el otro, habiendo infinitos puntos en el medio... imposible contarlos, porque son infinitos, pero al fin y al cabo, unen un extremo con el otro, ¿o no? A veces pienso que las cosas que son imposibles de procesar por nuestro pequeño sistema nervioso, no tendrían que tenerse en cuenta, por más lógica matemática que tengan (y que me encanta que la tengan), pero cuando lo pienso por segunda vez, caigo en la cuenta de que así sería difícil de explicar mis creencias religiosas, los conjuntos infinitos y la hermosa teoría cuántica y entonces dejo de pensarlo. ¿A qué venía todo esto? ¡Ah! Sí, al tema de los infinitos puntos entre un punto y otro, o, como venía la mano, los infinitos sucesos entre un hecho y otro. La verdad es que gracias a Dios y no a la matemática que esto sucede, así me dan la posibilidad de cambiar...
En fin, esta entrada no tiene mucho de estético, ni poético, ni bello, ni nuevo, ni innovador, quizás un poco de re-conocimiento de mi persona, que nunca está del todo clara, pero bueno. Le hago caso al inconciente, o lo que sea y escribo... suelto emociones y ¡vaya si los lectores imaginarios tengan ganas de interpretarme!
Amaranta.